miércoles, 25 de septiembre de 2013

Burocracia y cosas graciosas

Estos días he estado con mucha burocracia; aún sigo con ella y creo que todavía no va a acabar. Pero eso me está haciendo aprender mucho: aprender a soltarme, aprender a buscar sinónimos cuando no sé decir algo, aprender a preguntar cada vez que no entiendo o no sepa cualquier cosa, aprender a organizarme y a organizar mi vida. Ya estoy hecha toda una mujer de provecho.

Anteayer, lunes, salí por la tarde a dar una vuelta por el centro y a comprar unas cosas. Iba por la calle Canebière, y justo al lado de un tiovivo que hay (muy bonito, por cierto), había un hombre haciendo pompas de agua gigantes. De repente, una mujer que iba andando cerca con la mirada al suelo, levantó la mirada hacia el frente y se encontró con una de esas pompas a menos de 20cm de ella. La pobre mujer, con cara de miedo ante la pompa gigante, tuvo que salir corriendo para huir porque si no se chocaba con ella. No pude evitar soltar una carcajada.
Al volver a casa, vi en un cristal de un restaurante el cartel de un anuncio, y me hizo tanta gracia que tuve que hacerle esta foto:



Después fui al metro para preguntar cómo se hacía y qué necesitaba para tener la tarjeta de transporte, y en la cabina de recepción, me tocó a una mujer con cara de pocos amigos. Me pidió mi tarjeta de estudiante y mi DNI, se lo entregué, y me dijo muy asquerosamente algo así como: "TU DOIS ME DONNER UNE PHOTOCOPIE!!!!!!!!". La fulminé con la mirada, y me fui. Porque las cosas se pueden decir siempre de otra forma, ¡hombre!

Así que al día siguiente, ayer martes, fui a la facultad a solucionar unas cosas y a hacer las fotocopias que me pidieron. Cuando las hice, al cobrarme el hombre, entendí que me dijo que eran 4,20€, porque me dijo: "quatre-vignts centimes", y me quedé un poco flipada por el alto precio, pero justo al instante recordé que así es como se dice "80 céntimos.

Hoy, miércoles, he ido a clase por la mañana (tempranito) y me ha sorprendido un frío matinal que no me imaginaba después de ayer pasar calor todo el día con un pantalón largo. Y no llevaba chaqueta (iba en tirantes), pero sí llevaban todos los franceses. Porque ellos sí saben a lo que se enfrentan y yo no recordaba que en Francia (otoño y primavera sobre todo) por la mañana es así (fresquito) y por la tarde es todo lo contrario; podían haberme avisado... ¡¡Qué frío!! Aun así, me gustan las mañanas en Marsella, porque en la puerta del metro hay varias personas repartiendo periódicos gratis (no sé si en todos los sitios grandes es así, yo me he criado en pulgalandia), y eso le da a la ciudad un toque que me gusta (además, creo que me voy a aficionar a leerlos).
Después de eso me ha pasado una cosa un poco vergonzosa, pero que tengo que contar, porque, como me dijo el otro día una morena muy dulce: "tú piensa que quien lo lea, sonreirá al leerlo".
Estaba bajando las escaleras del metro y ya estaba el metro abajo. No quería perderlo, así que eché a correr (todo lo que se puede correr con sandalias y con mochila), y, sí, llegué a tiempo al metro, pero justo en el momento en el que se estaban cerrando las puertas, yo estaba entre medias de ellas. Así que lo que pasó fue que mi cuerpo se quedó dentro del metro (menos mal), y mi mochila fuera, con las puertas cerradas. Os podéis imaginar la situación, yo atascada. Y, sí, podéis reíros, yo también lo he hecho y lo hago cada vez que me acuerdo. Por suerte una chica (casualmente otra chica que también bajó las escaleras corriendo y en la puerta del metro me empujó hacia atrás descaradamente para pasar ella primero y que no le pillasen las puertas) fue la chica que me ayudó a desatascarme; se ve que se sentía mal. Así que a los cinco segundos yo ya estaba completamente dentro del metro, riéndome en silencio. Eso me ha hecho empezar el día con unas cuantas sonrisas. Eso sí: no vuelvo a coger un metro cuando se esté yendo, me esperaré al siguiente.

Después he ido a clase... ¡¡mi primera clase teórica!! ¡¡Qué horror!! Estaba completamente perdida. El profesor se ha pasado todas las dos horas de clase explicando el temario de forma oral; yo, de vez en cuando, entendía palabras y eso me daba pie a formar frases en mis apuntes con un idioma inventado por mí que consistía en frases en francés con alguna que otra palabra en español "entre comillas". También ayudaba que delante de mí hubiese una chica con un ordenador cogiendo apuntes, al cual miraba de vez en cuando para saber qué era lo que había dicho el profesor... jejejejejejje. Al final de la clase, les pedí el Facebook a esta chica y a su amiga, ara no sentirme tan antisocial como me sentía en la clase, y para ver si pueden pasarme los apuntes durante todo el curso. Espero que sean buenas conmigo; al fin y al cabo sólo soy una pobre Erasmus perdida, y el profesor también se ha dado cuenta, porque cuando he ido a presentarme a él terminada la clase, me ha hablado muy lentamente... (algo que agradezco, pero que a la vez me hace gracia).

Al terminar la clase, he cogido el bus para ir a casa. Al llegar al metro (porque para la ruta de mi residencia a mi facultad -y viceversa- tengo que coger bus y metro), he ingresado el dinero anual (230€) en mi tarjeta de transporte (la que hice ayer). Al llegar a la máquina para ingresarlo, estaba todo el tiempo con miedo porque era bastante dinero y todo en efectivo. Así que ahí estaba yo: metiendo billetes y billetes a la máquina, mirando de reojo a todo el mundo por si venía alguien sospechoso a atracarme o a robarme la tarjeta... Pero no me ha pasado nada, tranquilos, ni al dinero tampoco. Creo que me han metido demasiado miedo con esta ciudad (aunque más vale ser precavido).

Por la tarde, he ido a correr al vieux port. Tenía las piernas muy cargadas (porque últimamente olvido estirar después de hacer deporte, y estirar es casi tan importante como el ejercicio en sí), pero a pesar de ello, no me he parado y he hecho el plan que tenía previsto para hoy. Me siento orgullosa de mí misma, ¿vosotros no?
Después de correr, me he parado en estos lugares a escuchar música y descansar...




Al llegar a la residencia, he visto a Thierno en la puerta (un chico de la resi muy simpático con el que me llevo muy bien), y me he parado a hablar con él un momento, y al minuto de estar hablando, me dice (en francés): "¡Bueno, dame dos besos para saludarnos!". Y es que, aquí, en Francia, cada vez que la gente se encuentra por casualidad o porque han quedado, casi siempre se dan dos besos (también entre dos chicos), y lo curioso es que siempre se los dan empezando por el lado izquierdo. Y, yo, acostumbrada a empezar a dar esos dos besos por el lado derecho, a veces, al cruzarnos las caras una persona francesa y yo, casi nos hemos dado un besito en la boca. En ese momento sólo te queda soltar una risilla incómoda-vergonzosa.

Por último decir que al volver a casa después de correr, por la calle, casi me he chocado con una persona por mirar a una chica guapa. No me juzguéis. También hago cosas buenas: ayer ayudé a una señora a bajar el carrito de su hijo por las escaleras del metro, y hoy he cedido mi asiento en el bus a un hombre mayor que me lo ha agradecido con una sonrisa. Mi conciencia altruista hoy ya está tranquila.

PD: Hoy he aprendido que remplir significa "rellenar", porque el otro día fui al banco para que me diesen mi tarjeta bancaria, pero me dijeron que tenía que rellenar unos documentos primero y luego llevarlos. Estos del banco me están volviendo loca, llevo de papeleo con ellos desde que vine.

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