sábado, 21 de septiembre de 2013

Me quedé con ganas

Y es verdad que no debería estar añorando o pensando en que ojalá estuviérais aquí, y aunque sólo fuese por un día, ojalá volviéramos, aquí en Marsella, a esos veranos en los que los reproches estaban de más y sólo existían las casitas para quince personas, en mitad de un pueblo perdido, del norte o del sur (siempre dio igual mientras que hubiera playa) y con más ansias de abrazar que las que quedan ahora.
Sé que lo que debería estar haciendo ahora mismo es poniéndome guapa para salir esta noche a quemar la ciudad. Pero los principios son difíciles, y yo siempre he sido compañera de la nostalgia. Por eso, hoy me quiero emborrachar: me quiero emborrachar de recuerdos, de momentos que tal vez no existieron, pero que, aunque a veces no lo creáis, siempre desearía poder vivirlos con todos y cada uno de vosotros.

Me quedé con ganas de verle crecer; sí, a él que había sido mi amigo durante toda la vida; a él al que prometí unos días bonitos y se me nubló la vista sin darme cuenta. Me quedé con ganas de tomar con él la decisión de que los juegos que solíamos hacer hace ya muchos años, ya no son aptos para mayores de dieciséis.

Me quedé con ganas de tomarme un café con ella hablando despacio y sin llorar; aunque sí nos diera tiempo a hablar de sentimientos, me hubiera gustado haber terminado esa conversación con un abrazo.

Me quedé con ganas de preguntarle por qué aún no había aprendido a vivir (y no a sobrevivir) después de tantos años.

Me quedé con ganas de compartir más experiencias con ella, porque, al fin y al cabo, tenemos una foto, de niñas, donde la risa nos anunciaba que seguiríamos pasando, todos los veranos, días como esos en los que éramos capaces de declarar la mayor guerra de agua del mundo. Pero ahora no sé dónde está esa foto.

Me quedé con ganas de decirle a él que el amor no lo es todo en la vida; ahora me he dado cuenta.

Me quedé con ganas de ayudarle a quererse más a sí misma, porque sin amor propio, cielo, así no se puede vivir; también lo he aprendido ahora.

Me quedé con ganas de darle las gracias por habernos dado tanto; y de decirle que, aunque siempre tenga alguna "crítica constructiva" que decirnos, sé que él está orgulloso de nosotros.

Me quedé con ganas de dedicarle un Te quiero, y reírme de su reacción, porque sé que no está acostumbrada a escuchar esas cosas.

Me quedé con ganas de decir lo siento; pero nunca me atreví, ni siquiera a reconocerlo.

Me quedé con ganas de rememorar con ellos ese verano donde las risas animaban las mañanas de trabajo, y las cenas eran especiales en las noches de planetas y de fútbol.

Y me quedé con ganas de darles las buenas noches de esa forma tan peculiar que yo solía idear solamente para escuchar un Hasta mañana de cada uno de ellos, y así asegurarme de que mañana seguirían estando aquí.


Me quedé con ganas de demostrarles a todos que yo también he crecido, y estoy creciendo. Pero no pasa nada, porque, desde que estoy aquí, estoy acumulando mis momentos inventados para poder vivirlos algún día con todos ellos. Porque, como dice esta célebre frase:
"Nunca es tarde".
Y puede que ahora esté lejos, pero siempre estaré cerca, tan cerca como algún día estuve.

2 comentarios:

  1. De las entradas que más me han gustado hasta ahora.

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  2. No sé si tomármelo como un cumplido, porque esta entrada no habla de mi estancia erasmus, jajajaja

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